miércoles, 20 de agosto de 2008

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CONVERSACIONES CON MAMA






ARGENTINA 2004
Dirección y guión: Santiago Carlos Oves.Países: Argentina y España.Año: 2004.Duración: 95 min.Género: Drama, comedia.Interpretación: China Zorrilla (Mamá), Eduardo Blanco (Jaime), Ulises Dumont (Gregorio), Silvina Bosco (Dorita), Floria Bloise (Lucrecia), Nicolás Condito (Chico), Tito Mendoza (Enfermero), Maitena Cabrera, Juan Cipriani, Nahir Shinca, José M. Barallobre.Producción: Santiago Carlos Oves, Mónica Ester Roza, Carlos Federico Piwowarski, Pascual Condito y Luisa Matienzo.Música: Pablo Sala.Fotografía: Aníbal Bosco.Montaje: Liliana Nadal y Paula García.Dirección artística: Mariela Ripodas.Vestuario: María Nieves Cabañes.Estreno en Argentina: 15 Abril 2004.Estreno en España: 14 Enero 2005.
SINOPSIS
Mamá (China Zorrilla) tiene ochenta y dos años y su hijo Jaime (Eduardo Blanco), cin-cuenta. Ambos viven en mundos muy diferen-tes. Jaime tiene mujer, dos hijos, una hermosa casa, dos coches y una suegra que atender. Mamá se las arregla sola y sobrelleva su vejez con dignidad. Pero un día ocurre lo inesperado; la empresa para la que trabaja Jaime lo deja en la calle por razones de reajuste de personal. La lamentable situación lo lleva a decisiones drásticas porque no puede mantener su tren de vida. Jaime y su mujer, Dorita (Silvina Bosco), son los dueños del apartamento donde vive mamá. Jaime se da cuenta que no le queda alternativa: tiene una hipoteca sobre su casa, el pago atrasado al colegio privado de los hijos, las tarjetas de crédito sin cubrir, etc. Cuando Jaime va al apartamento para decirle a su madre que no tiene mas remedio que venderlo, sucede algo que des-morona todas sus expectativas y que va a producirle un cambio radical en su existencia: mamá tiene un novio, con quien acaba de formalizar y con quien piensa quedarse a vivir en su apartamento cueste lo que cueste y caiga quien caiga.












Aqui una critica que merece ser leida y tomada en cuenta, escrita en LA BUTACA
por
Julio Rodríguez Chico







Una sonrisa a la soledad
Sin grandes pretensiones y con un presupuesto reducido, Santiago Oves dirige y firma el guión de esta comedia, tierna y conmovedora, en torno a las relaciones de una madre con su hijo. Una pe-queña obra que da más de lo que se espera de ella, y que sabe afrontar temas serios de la vida sin aires solemnes y sin perder el humor, con la frescura que goza gran parte del nuevo cine argenti-no.
La crisis económica vivida en el país austral ha salpicado también a Jaime, un buen hombre que vive desorientado al perder su trabajo, ver cómo su matrimonio se ha enfriado y caer en la cuenta de que sus hijos viven en un mundo distinto al suyo. Para salir del agobio económico y contentar a su mujer, se ve obligado a vender el apartamento en el que vive su viuda madre, pero ésta acaba de enamorarse de un anarco-jubilado y no está dispuesta a abandonar el piso.
Concebida con una puesta en es-cena teatral, y apoyada en las interpretaciones del dúo protagonista, el director sabe tratar temas como la muerte, la soledad y la crisis personal con un sentido optimista y esperanzador. Su protagonista, Jaime, es un hombre maduro y alicaído, que aún no ha aprendido a encajar las adversidades de la vida, que se ha olvidado de disfrutar de la lluvia como cuando era niño, y que vuelve a necesitar —sin saberlo ni quererlo— de los consejos de una madre de corazón joven; de las confidencias con su madre en torno a la venta del apartamento aprende-rá una lección tardía: que las apariencias engañan, que es preciso descubrir lo que hay en el corazón propio y ajeno, y encauzar sus reflexiones hacia su matrimonio y su vida. Su madre, que comienza a sufrir los primeros síntomas del Alzheimer, sólo quiere tener la compañía y el afecto de alguien que quiera sentarse a su mesa. Visión lúcida de un mal de nuestro tiempo, aunque el tono de comedia no le permita profundizar en sus causas ni aportar luz para su remedio.
Bonita y entrañable historia llena de humanidad para una película en la que —como es habitual en el cine argentino— destaca la frescura y gracia de unas interpretaciones magistrales. Eduardo Blanco cambia de registro para dar vida a un hijo triste y confundido, y sólo al final sus ojos y su sonrisa recuperan la chispa habitual; convence con un trabajo difícil realizado con contención, entre lo cómico y lo dramático, aunque se advierte el esfuerzo interpreta-tivo para un papel que no es el suyo. La mayor autenticidad viene de la mano de China Zorrilla, que mantiene unos diálogos natura-les y castizos bien articulados con la sabiduría y deje de la senectud. Ulises Dumont completa el trío, con un personaje revolucionario e idealista, que conquista enseguida la simpatía del público.
Un guión muy ajustado aunque previsible no logra ocultar unos flashback nostálgicos que resultan simples y complacientes, algunos planos insustanciales, y un montaje paralelo un tanto forzado que incluso entorpece la trama central, defectos que se le pueden perdonar en su búsqueda de reforzar los nobles sentimientos de sus protagonistas.
Pequeña joya del cine argentino, amable y conmovedora en el tratamiento de sus personajes, y crítica con una sociedad que arrincona a los ancianos y que acaba generando soledad. Gustará especialmente a un público que busque un cine de valores humanos.






Si quieres ver una buena pelicula hoy...esta es nuestra recomendacion.









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